martes, 16 de julio de 2013

Inocente.

Que inocente era, sí yo, esta niña que pensaba que con alargar la mano podría tocar las estrellas, esta niña a la que le dijeron que pidiendo un deseo a una estrella fugaz se cumpliría lo pedido, esta que debía dormir o sino vendría el coco, o como cuando debía portarme bien todo el año para que Papa Noel me tuviera en su lista de niños buenos. Son tantas cosas las que han cambiado desde entonces, era todo tan simple y fácil, y yo como una estúpida queriendo crecer... Ahora todo se ha vuelto difícil si quiero tocar una estrella, debo comprarme una de chocolate y ver como se me derrite en la mano lentamente, si quiero pedir un deseo solo debo cerrar los ojos y cruzar los dedos, ahora se que no vendrá nunca el coco y que Papa Noel no vive en el Polo Norte, sino bajo mi mismo techo. Con esto no quiero romper ilusiones, pero al fin y al cabo es la verdad, somos tan inocentes que nos creemos lo primero que nos dicen.
En fin, ahora toca tomar decisiones importantes como chocolate o fresa, playa o montaña, vivir o ser una vieja amargada. Toca vivir rompiendo las normas y pasarse al lado malo de la lista de Papa Noel.
Podéis seguirme en @1399mary

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